«Uno de los más grandes consuelos
de esta vida es la amistad,
y uno de los consuelos de la amistad
es tener a quién confiar un secreto».
Manzoni
Mi historia personal tiene un elemento vital: la amistad, y con ella definitivamente los secretos. La amistad supone una característica básica —un sello propio— que la diferencia de las relaciones de otro tipo: los secretos, los cuales no tienen que ser magnificados, pero sí íntimos, exclusivos.
Me entusiasma reflexionar acerca de la amistad. La amistad entre mujeres y sus secretos, sobre todo, porque puedo dar testimonio de cuán sanadora es esta relación y de la importancia de su consolidación. Una relación superficial, cargada de individualismo, jamás llegara a ser amistad.
Escuché por primera vez, cuando era apenas una niña: «No hay amigos. La amistad verdadera es ilusión, cambia y desaparece con los giros que da la situación…». Y ya adulta aprendí a sentir pena por las personas que hacen culto a esta idea.
En mi experiencia de vida, la siguiente idea es la que está grabada en mi corazón: «Tener amigas nos ayuda no solamente a vivir más, sino también más saludables» (El poder de la amistad entre mujeres, en http://40ymas.com/2011/04/la-amistad-entre-mujeres/).
Es una buena noticia saber que ya se están realizando estudios diferenciados entre hombres y mujeres, para determinar las reacciones de ambos ante un mismo fenómeno. Tenemos permiso para filosofar acerca de este tema tan humano y sanador. De ahí que me pregunto, ¿cuáles son los secretos más frecuentes entre las amigas?, ¿por qué ha habido y hay hombres —mujeres incluso—, que le temen a la relación de amistad entre mujeres?
La amistad sin apellido
La amistad se realiza solo cuando dos personas desarrollan un grado de relación que incluye algunos secretos (1), los cuales les permiten compartir de diferentes maneras sus sentimientos. Mi papá llamaba a esta relación: «compinche», y en general no le simpatizaba. Mientras que Aristóteles consideraba que la amistad era una alma en dos cuerpos (dos cuerpos de hombres, supongo…).
En la historia escrita y en la vivencia personal, la amistad ha encontrado más enemigos que adeptos. Una expresión muy conocida es «amigo es un peso en el bolsillo, y —machacan— si no está roto». Y es que la amistad es un sentimiento tan sublime, apreciado y necesitado, que en ocasiones la confundimos con una relación vulgar y superficial.
He escuchado algunas personas quejarse de que su amigo no ha sido generoso ni agradecido, a pesar de ser amigo/a. Escucho, con frecuencia, un pariente decir que no le gusta que sus «amigos» le hagan regalos, porque estos tienen su precio.
Tener estos sentimientos mezquinos, materialistas e individualistas es vivir en un infierno. Es estar como la arepa: «candela por arriba y candela por abajo», porque la amistad es justo todo lo contrario, es entenderse como complemento; es saber que mi amigo/a tiene sus limitaciones y sus virtudes.
En nuestro país las luchas internas y el machismo le han hecho mucho daño a la relación de amistad. Sobre todo la dictadura trujillista, cuya perversidad llegó al extremo de usar a las personas para que delataran a sus amigos/as, y los que no lo hacían recibían su embestida criminal y maldita.
Mi madre me contaba que el compadrato era el resultado de una amistad íntima en la que el padre o la madre seleccionaban a ese amigo o amiga para que fuera el segundo padre o madre de su amado/a hijo/a. Pero que el sátrapa aprovechaba esta relación y la denigraba, convirtiéndose en padrino de una gran cantidad de niños y niñas, incluso con aceptación de la Iglesia católica. Sospecho que las mentes codiciosas y criminales no toleran el sentimiento de amistad, llegándome a la memoria el caso de los amos y de los invasores de pueblos.
Una mirada por Wikipedia me permite retomar un pasaje de El Principito: «… como el zorro le regala su secreto al Principito: Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos».
Los secretos son la información que tengo y que me afecta directamente, me molesta o quizás me acomoda, pero no quiero que nadie lo sepa. Sin embargo, tengo la necesidad de compartirla. Ahí está el amigo, la amiga. Incluso la subjetividad se goza en esa relación de iguales, dentro de la diferencia personal.
Como soy mujer quiero reflexionar de forma particular acerca de la amistad entre mujeres y con de sus secretos. Antes de entrar en materia, me permito tomar prestado el poema «Un canto a la amistad: a ti, a ustedes», de mi amiga y poeta Graciela de la Cruz Bourdier (Ascendiendo a la libertad, pág. 20):
Manantial de sonrisas en mil tonalidades. / Cálida extensión del abrazo familiar. / Dimensión sonora de musas invisibles / que emergen en canciones pendientes por cantar. / Imaginarios lienzos con rostros de rebeldes rizos./ Tantos cuentos y versos esperando en el viento sobre el mar. / Tiernos brazos se enredan en sus cuerpos buscando / las caricias del amor, / que fluye inagotable sin parar.
A ti, a ustedes: / hombre y mujer que trascienden / como flor de loto, / del volcán, del enredo y la trampa patriarcal. / Hoy te canto a ti y a ustedes, / un canto de amistad.
Pienso que la amistad entre amigas es posterior a la de amigos. Quizá esté relacionada con el sentido de dominación del hombre, entre otros factores. Se han desarrollando de esa forma obstáculos culturales para la relación de amistad entre mujeres de forma socialmente aceptada. No quiero recordar algunos episodios de la historia en los que la intolerancia de algunos sectores a las relaciones entre ellas llegó al extremo de quemar viva a un grupo de mujeres. Incluso, se ha creado un sistema en el que las mujeres han sido, desde niñas, consideradas en muchos casos como seres sin alma; imaginemos lo que esto implica para la humanidad.
Las mujeres eran consideradas sin dignidad, si cabe el término. La violencia ha sido —y es hoy por hoy— el método por excelencia para impedir que la mujer tenga una vida plena. Experimentar el sentimiento de amistad requiere sentirse digna y, por tanto, tener permiso para la libertad. Por ejemplo, el caso de José Martí y Fermín Valdés Domínguez.
Una potencial amiga no es amiga: es un proyecto que se cultiva como una planta, y cuando se logra templar como el acero, es, repito con el filosofo: «Una alma en dos cuerpos».
¿Se ha frivolizado la amistad?
Me encuentro en Facebook con «solicitud para hacer amigos y amigas». En principio me impresionó la tecnología, ¡y por esta maravilla de permitirnos hacer amigos y amigas al vapor! Pero pronto reaccioné y reflexione acerca de esta realidad virtual, que tiene sus ventajas, pero dudo que por esa vía se puedan desarrollar relaciones de amistad sólidas.
En un artículo en la Internet leí lo siguiente: «¿Tan necesitado estaba el mundo de encontrar amigos?». Según
Respiro profundamente y continúo buscando información acerca de este tema. Descubro que según el estudio del portal Mobifriends.com, el 65% de las mujeres buscan amistad por Internet. Esto debe movernos a reflexionar un poco con respecto a la posibilidad de que en esta sociedad «cuquiká» tenemos miedo a las relaciones cara a cara y nos ocultamos. Pero me da risa, porque es muy poco lo que se gana y mucho lo que se pierde. Este miedo a complementarse es preocupante. Esta cifra me ha impresionado de forma significativa y me pregunto, ¿quiénes son esas mujeres?, ¿qué está sucediendo con sus vidas reales?, ¿dónde se localizan geográficamente? En general pienso que están bastantes huérfanas de calor humano, de la riqueza de las relaciones reales. Incluso la red social no garantiza la identidad de personas que se presentan como tales. La ilusión en que nos envuelve la tecnología para ofrecer «amistad», tiene un alcance limitado, nos ayuda para algunas cosas, como recordar la fecha de cumpleaños y otras informaciones superficiales.
Cada vez que pienso en el concepto amiga/o y leo la instrucción «¿cómo cancelar la solicitud de amistad?», me río y lloro al mismo tiempo. Me río porque no es posible cancelar en la realidad una solicitud de amistad, como tampoco la amistad se solicita. Lloro porque los grados de alineación de muchas personas les impiden darse cuenta de la trampa en el uso de la tecnología para desarrollar determinado tipo de relaciones.
Tengo una amiga que conoció a su esposo por Internet. Ella me informa que estoy «queda», porque estos tiempos no son como los de antes, que ella busco su esposo vía Internet y está muy contenta. Eso me recuerda cuando se decía que Rafael Corporán de los Santos siendo un limpiabotas llegó a ser millonario y a formar parte de los empresarios más grandes de la televisión nacional. Es decir, un caso aislado se toma como la generalidad.
Los secretos
Teniendo muy claro qué es la amistad para mí, me animo a compartir algunos aspectos de los secretos entre amigas. Pienso que la edad es muy importante. En mi experiencia, cuando era adolescente confiaba a mi amiga información que jamás se la diría otra persona. Por ejemplo, que me gusta ese muchachito y que un día pasó por mi casa y me tiró un beso…, yo le conté esto a mi amiga y ella solo escuchaba.
He conversado con mujeres que igual me han dicho que fue durante su adolescencia cuando más secretos compartieron con sus amigas. También son secretos importantes en esa etapa los problemas existenciales y familiares con papá y con mamá. Esta relación de respeto por los secretos tiene un valor significativo en la mente de las adolescentes y no tiene punto de comparación.
Para muchas madres —la mía incluida— la amistad entre adolescentes es un poco delicada y le tienen temor. Ahora que soy mayor entiendo a mamá, pero no comparto su temor, porque es importante la supervisión, el acompañamiento y el seguimiento, pero jamás cortar esa relación sanadora.
En general todas las lecturas que he hecho me llevan a afirmar que la amistad se siente con mayor fuerza en la adolescencia, y que son las chicas las que intercambian mayores secretos. Esto es salud mental y espiritual efectiva. No me gusta calificar la amistad de buena o de mala, dañina o positiva. Es importante considerar la amistad en su sentido más profundo. La amistad es un proceso en cualquier etapa de la vida.
Conversando con mis hijas y mi hijo con relación a este tema, ellas y él me han dado testimonio acerca de la importancia que ha tenido la amista en sus vidas y cómo la misma vida les ha permitido descubrir que algunas relaciones que parecían tener el estatus de amistad, no pasaron la prueba, pero que no por eso han dejado de tener buenas/os y confidenciales amigas/os.
Mientras que a Laura, mi nieta de ocho años, cuando le pregunto por qué es amiga de Melissa, su compañera de curso, me responde: «Porque ella me quiere; porque nos conocemos hace tres semestre…». Y cuando le pregunto por qué las demás compañeras no son sus amigas, contesta: «Ellas son mis amigas, pero no tan amigas». Insisto y le pregunto por qué las otras no son «tan amigas», y contesta, un poco fastidiada: «¡No lo sé…», y me gustó su respuesta: una no siempre sabe por qué el círculo de amigas es reducido, pero lo cierto es que las «otras» también tienen un lugar en nuestro corazón y nos permiten una mejor calidad de vida, no importa la edad.
Es un signo de esperanza saber que en la actualidad se están dedicando recursos para hacer investigaciones acerca de los efectos de las relaciones de amistad, en la calidad de vida, en la salud mental. Es el caso de
Las relaciones entre mujeres que no llegan al grado de amistad
La amistad tiene su valor y características muy particulares. Sin embargo, no por eso le resto valor a las relaciones entre mujeres, en las que se generan vínculos de afecto y camaradería que tienen sus beneficios, aunque no siempre la sociedad los comprenda.
Yo puedo dar testimonio de este tipo de relaciones. He participado, y participo todavía, en grupos de mujeres cuyo propósito principal es compartir algún aspecto de la vida. Por ejemplo, ahora estoy compartiendo con un grupo de mujeres de entre 40 y 75 años de edad. La mayor está en los 70 y tiene un sentido de la alegría y del humor que puede ganarse un premio como terapeuta no formal. Otra tiene un sentido de la solidaridad, de la amabilidad, de protección, que igual se gana una medalla. Y, para mi sorpresa, la guía y facilitadora de este grupo es una mujer taiwanesa, que definitivamente es digna de admiración. Mientras hacemos ejercicios, hablamos y cada una dice algo de su vida, de su familia...
LIDIA VENECIA PINEDA BLANCO (Santiago de los Caballeros, 1954). Socióloga. Licenciada en Sociología por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD, 1982). Ha publicado Soy discípula de la vida (2010), obra testimonial. Es miembro del consejo directivo del Centro de Solidaridad para el Desarrollo de la Mujer (Ce-Mujer).
VIVIR Y AMAR SIN RIESGO: LO QUE TODA MUJER MERECE
«María, María es un don, es un sueño,
el dolor de una fuerza que nos alerta.
Una mujer que merece vivir y amar,
como otra mujer del planeta».
Mercedes Sosa: de la canción María, María,
de Milton Nacimiento
¿Te has preguntado alguna vez cuál es la causa por la que tantas mujeres violentadas por sus esposos no ponen la denuncia; y las pocas ocasiones en que lo hacen, la retiran, y se resignan a aguantar maltratos en vez de buscar una salida al problema que las mantiene con la estima en el suelo, girando en el mismo círculo?
Tengo varias amigas que están pasando situaciones muy difíciles y que aun estando conscientes de que existe una ley sobre la violencia intrafamiliar, no buscan protección. Por esta situación en República Dominicana es tan alta la cifra de feminicidios, estando el país entre los que tienen más altas cifras de este tipo de violencia.
En varias ocasiones, mientras intento conciliar el sueño, me he tirado de la cama sobresaltada, por los llantos de mujeres y niñas que me llegan, por vía telefónica o directamente desde las casas de alguna vecina, cuando a altas horas de noche son brutalmente golpeadas. En esas circunstancias he acudido a despertar a otras personas del vecindario, para que vayamos a la casa a impedir que ocurran situaciones peores.
Ligia Minaya, en su ensayo El complejo de cenicienta, basándose en un trabajo de Colette Dowling, considera entre las causas de la violencia el miedo de las mujeres a la independencia y la inseguridad que sienten.
Al problema de la violencia intrafamiliar, y específicamente contra la mujer —por ser a quien más afecta sus manifestaciones, causas y consecuencias—, debe prestarse más atención. Según informaciones de la procuradora adjunta para asuntos de la mujer, Rosanna Reyez, ocasionó en el país 614 feminicidios en cinco años, desde enero de 2005 al 7 de marzo de 2011, siendo la provincia Santo Domingo donde se produjeron la mayoría de estos vergonzosos actos, y Santiago donde hubo menos. En los dos primeros meses de 2011 ascendieron a 20 los casos de feminicidios.
Un dato que refleja la magnitud de la violencia intrafamiliar es que en la provincia Santo Domingo y en Distrito Nacional «un promedio de 850 mujeres acude cada día a recibir asistencia a las unidades de atención a las víctimas de violencia, instaladas por
Una amiga me dijo que: «los primeros cinco años de matrimonio son difíciles, los otros son imposibles, pero una se acostumbra a dormir con el enemigo». ¿Será que en realidad las mujeres casadas o unidas en parejas heterosexuales que son maltratadas se han acostumbrado a «dormir con el enemigo»?
Según Martina Reyes: «Cuando la mujer no actúa bajo las expectativas del hombre empiezan los actos violentos, manifiestos en cientos de maneras, como son presionar, acorralar, desvalorar, descalificar, humillar, intimidar, chantajear y matar a la mujer».
Si realmente el Ministerio Público tuviera la voluntad política de «prevenir los casos de violencia contra la mujer y de perseguir, hasta lograr las más drásticas sanciones a los hombres que cometen violencia contra sus esposas o ex esposas», como ha declarado públicamente el Procurador, en primer lugar, debería contar con suficientes recursos económicos en todo el país, ya que la violencia es un problema nacional, y como tal, para ser resuelto, debería contar con el respaldo de todos los poderes del Estado y de los medios de comunicación en general.
La violencia contra la mujer es problema de salud pública, de educación, de cultura, que tiene que ver con la distribución desigual de los recursos económicos, que pone en manos de los hombres la mayor cantidad, en desventaja de las mujeres, quienes, como ha sido probado con estadísticas rigurosas, son las más pobres entre los pobres, y como ya lo han evidenciado diversos estudios realizados desde una perspectiva de género, y ya nos lo había advertido en 1929 Virginia Woolf, feminista, novelista y ensayista londinense, en su obra Una habitación propia, que una mujer debía tener dinero y una habitación propia, donde expone las dificultades de las mujeres para consagrarse a la escritura en un mundo dominado por hombres.
Debería fortalecerse con respaldo presupuestal el Ministerio de
Es tiempo de que el país cumpla con los compromisos internacionales que ha suscrito, de rendir honor a las hermanas Mirabal con una práctica política consecuente en contra de la violencia, de la cual ellas fueron víctimas.
Hay que dejarse ya de hipocresías y ejecutar políticas públicas que reflejen una real voluntad de poner en práctica en el país una democracia participativa y con igualdad de género. Pero eso solo será posible cuando la mayoría de la ciudadanía esté realmente interesada en lograr esa meta.
Sabemos del esfuerzo realizado por las Unidades de Atención a Víctimas de Violencia de Género, Intrafamiliar y Delitos Sexuales del Distrito; por el Servicio de Representación Legal de los Derechos de
Martina Reyes explica la relación entre el patriarcado y relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres y su consecuente relación de dependencia: «En sociedades altamente patriarcales, como en
Las exigencias y demandas del cese de la violencia y de que las autoridades presten más atención a este problema se han hecho reiteradamente por las organizaciones de mujeres e incluso por entidades empresariales y gremiales, que se han sumado a esta lucha. Sin embargo, pienso que deben ser quienes están al frente del Estado, encabezado por el Presidente de
MARÍA GRACIELA DE LA CRUZ (La Sabana de la Cotuí, 1956). Licenciada en Sociología por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD, 1987), con una maestría en Género y Desarrollo del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC, 2000) y dos diplomados, uno en Gerencia con Perspectiva de Género, y otro en Incidencia Política para la Transparencia. Ha publicado los libros de poesía: Sacia la sed sin llevarte la fuente (2000) y Ascendiendo a la libertad (2008). Actualmente es encargada del Departamento de Autogestión Organizativa del Centro de Solidaridad para el Desarrollo de la Mujer (Ce-Mujer).
VÍCTIMA POR VOCACIÓN O FELIZ POR ELECCIÓN
«El cambio es la vida misma».
Alvin Toffler: El «shock» del futuro
Somos el reflejo de nuestros sentimientos. Si fuéramos capaces de amarnos a nosotros mismos como somos, irradiaríamos cuanto somos por dentro a todo lo que nos rodea. Cuando no nos amamos como somos el amor mismo nos parece insulso e incoherente, cómo entender lo que no somos capaces de sentir.
Nuestra personalidad debe describirse al amparo de nuestro autoconocimiento, pero si este es erróneo y ponemos el peso de nuestra felicidad en manos de otros, ¿cuánto tiempo podrán los demás soportar dicha carga? Entonces cuando los demás dejan caer esa responsabilidad que hemos puesto en sus manos, nos sentimos vulnerables, inservibles, desechados, recurrimos a la autocompasión, a victimizarnos, y culpando a otros realmente estamos tratando de huir de nuestra propia responsabilidad, pues es más comprensible, más asimilable pensar que fueron otros quienes nos causaron el mal, no nosotros mismos.
Estamos tan acostumbrados a sentirnos mal, que cuando se nos presenta la oportunidad de sentirnos bien, nos atemorizamos, nos ponemos trampas ante lo que para nosotros es un sentimiento desconocido, boicoteando así toda posibilidad de cambio. Justificamos muchas de nuestras acciones basándonos en la supuesta secuela de maltratos que desde la niñez arrastramos. Pero si tenemos conocimiento de las raíces del problema por qué no arrancarlas. ¿Por qué no empezar por dejar de maltratarnos nosotros mismos dejando de pensar en lo que hicieron los demás o, peor aún, pensando en lo que no hicieron los demás por nosotros. ¿Por qué no comenzar por dejar atrás esas imágenes —algunas veces magnificadas—, siluetas que nos irrumpen el pensamiento como fantasmas del pasado? ¿Por qué no encausar esa energía en la búsqueda de la verdadera felicidad?
Desde temprano nos inculcan que la felicidad depende de los logros, de las metas alcanzadas, del activo o pasivo de tus sueños, y aunque es meritorio desarrollar lo propuesto, pienso que la felicidad es más que un acto que nos causa regocijo; es más que un estado anímico; es más que una sencilla emoción.
Ser feliz no es carecer de problemas o evitarlos, pues como seres humanos nos enfrentamos constantemente a la adversidad. El simple hecho de levantarnos cada día supone un reto. Pero el verdadero desafió está en lidiar con los obstáculos y vencerlos de manera sana, sin ligaduras, sin heridas: asumiéndolos como aprendizaje para nuestro crecimiento.
Es tiempo de darnos valor desde cualquier perspectiva. No importa el título o los sueños que hayamos realizado. No digo que no se tengan aspiraciones, sino que entendamos que la felicidad va más allá de eso.
Cuando seamos capaces de admitir que aunque en la vida la única constante es el cambio, pero que nuestra felicidad no está sujeta a esta afirmación, dejaremos de ser víctimas por vocación y podremos ser felices por elección.
ODALIS ROSARIO VARGAS (Santo Domingo, 1 de octubre del 1971). Desde temprana edad, y de la mano de uno de sus hermanos mayores, conoció el mundo de la lectura, convirtiéndose las letras en su forma de expresión más clara.
CONFORME A CONFORMISMOS CONFORMADOS
«Cada uno de nosotros está en la tierra
para descubrir su propio camino,
y jamás seremos felices
si seguimos el de otro».
James Van Praagh
El camino que conduce a la felicidad no está indicado por señales de tránsito ni es terreno marcado por huellas. Por eso se pierde tanta gente; por eso nadie sabe llegar, y ninguno ha regresado. Cuentan quienes allí han estado que es casi indescriptible. Pero, en el inverosímil lapso que se teje en medio de lo precoz y lo fugaz, orgasmo es un inextricable ejemplo manifiesto de felicidad.
Asimismo, la felicidad es un estado de ánimo que como los sentimientos, emociones y sensaciones, se haya en cosas comunes, sencillas y casi siempre conlleva a sosegar las inquietudes del espíritu, al asumirle como condición social, mental, etc.
Con el paso de los días, las etiquetas, los malditos estereotipos y las divisiones convencionales del lenguaje y la ciencia —incluso los sistemas políticos—, han condicionado el modo de vivir, pensar y hasta sentir de las personas. Nos han vendido el sueño ingenuo de «gente ideal», «vida ideal», «sociedad ideal». Esta forma muy particular me parece afán de tendencia conformista, que nos limita sin que podamos ver más allá de lo visible, en nuestra búsqueda del amor y la paz; es una felicidad diseñada, y no es suficiente.
En la eternidad de la vida la muerte solo supone la transitoriedad del ser viviente interrumpida por causa de algún suceso. A pesar de ello, para poder lograr lo que otros no imaginan y descubrir nuevas maneras de, a veces es necesario desafiar toda racionalidad, toda lógica, ciencia, fe, tiempo, arte, cultura…, toda naturaleza.
¿Qué es «ir más allá»? Tan difícil e inconcebible es desentenderse de sí para reentenderse en esencia como algo más que ciencia misma, que solo la locura ha sido entendida como tal, sin llegarse a comprender la acepción y el alcance de este prodigioso acontecer.
Los seres humanos debemos auto estudiarnos, «no en reflexiones vanas», sino mediante un análisis introspectivos cada día, encaminados a definir nuestra identidad, paradigmas y rumbo a seguir. En fin, saber hasta dónde nos conocemos.
El alcance del éxtasis en la sublimación personal mediante la satisfacción de la complacencia subjetiva no es cosa de un día, y requiere de mucha ambición intelectual e incalculable interés. No puede uno conformarse, porque entonces se marchita la flor del deseo. A esto me refiero si digo que ni siquiera el cielo debe ser el límite.
Como la historia de tres chicos que lanzan piedras a una montaña, pero a puro esfuerzo dos de ellos hacen llegar las suyas al río que está antes, entonces se acercan al otro y le preguntan: ¿Cómo lograr que tus piedras lleguen a la montaña? A lo que este, sin detener su actividad, contestó: yo realmente intento pegarle a la luna… Mientras nos paseemos por la vida, debemos aspirar, inspirando con ello a los demás.
REYNALDO BRIOSO MANZUETA (Santo Domingo, 1989). Estudiante de Cinematografía en
EL ACTIVO Y EL PASIVO DE TUS SUEÑOS
«La vida es lanzarse en paracaídas,
es arriesgarse, caer y volver a levantarse, es alpinismo,
es querer subir a lo alto de uno mismo, y sentirse
insatisfecho y angustiado cuando no se consigue»
Paulo Coelho: Once minutos
Son legendarios, tiernos y grandes, quizás, pero la verdad es que tus sueños son el resultado de lo que eres, piensas y anhelas ser. Por ellos y para ellos vives, son tu motor. Muchas veces es como sentirte enamorado, porque vibras, ríes y lloras solo con pensarlos, y hasta sientes, de tanto imaginarlos, que ya los has realizado.
Pero los sueños y metas no solo son estímulos en tu activo, sino que, de vez en vez, tu mente y corazón te recalcan que muchos de ellos se han convertido en tu pasivo, es decir, parte de tus deudas contigo mismo. Me refiero específicamente a esa etapa de la vida en que tus metas son tu camino, y tus logros los que te inspiran a caminarlo cada día.
Le decía a una amiga que quería definir con mis palabras y experiencias, ese momento en la vida de cada ser humano cuando los sueños, esperanzas y metas son en lo único que se piensa, y cómo se van convirtiendo en una misma, y te van transformando como una niña en sus primeros meses de vida, cuando todo influye en su crecimiento.
En el vaivén de la vida todo puede cambiar, y entonces todo cuanto eres está determinado por tus sueños, ya que esas metas que quieres alcanzar son los que te van construyendo como persona. En muchas ocasiones tienes la certeza de que tus metas son solo eso, metas, y que tus logros se ven amenazados por alguien que los ha logrado antes que tú y más rápido. Entonces piensas que no eres especial, que ya no eres inteligente y que tu vida se ha fundamentado en una grandeza que solo tú te la has creído. Pero no es así: aunque quizás todos tengamos las herramientas para llegar al éxito, no todos las sabemos combinar.
Estoy totalmente en contra de esa frase cotidiana que dice que uno no es lo que quiere, sino lo que puede ser. Para mí es demasiado conformista y hace daño a la vida y a los sentimientos pensar que tu éxito está en levantarte cada día y saber que tienes qué comer, qué vestir y en qué dormir. No; el éxito es levantarte día tras día, saber que tienes una familia, y tener la convicción de que hay un mundo allá fuera que te admira no solo por lo que quisiste ser, sino por lo que eres.
Según William Faulkner siempre debemos soñar y apuntar más alto de lo que sabemos que podemos lograr. En mi opinión, esta es la clave para no decepcionarnos a nosotros mismos y querer escalar cada día, y con más voluntad, esa montaña del éxito. Digo éxito, pero en ocasiones sabemos que nuestros sueños no son los más ambiciosos, pero es lo que quieres, y es lo que nos alimenta como personas.
Las metas y lo que deseamos ser están íntimamente influidos por alguien que un día no creyó en nosotros o que en alguna ocasión nos dijo: «¡Estás loca!... ¡Ni lo sueñes!». Pero tú, como una hormiga obrera, levantaste cincuenta veces tu peso y creíste en el talento que llevabas dentro y sacrificaste quizás lo único que tenías.
Pero a veces lo más doloroso no es saber que no los lograste, sino ver cómo otros lograron lo que en principio fue tu razón de existir. Determinar cómo te causa dolor pensar en ellos y volver a la etapa donde eran tu motor. Pero, lamentablemente, te llenas justificas diciendo que no fue tu culpa y que simplemente el destino eligió por ti, mas no te has preguntado, « ¿y si me hubiese esforzado un poquito más?»
Te digo hoy que estás a tiempo de volver a yacer en tus sueños. Vuelve a ese lugar del que nunca debiste salir, donde te sentías ser hija de Zeus, donde eras tú misma vestida de reina, y donde el mundo reconocía que él era parte de ti, no tú de él.
Lo común ya no es especial, pero recuerda que no eres común porque cada detalle de tu ser te hace diferente, especial, la excepción, y, por supuesto, una pieza exclusiva de la colección.
Nunca olvides que las metas son lo único en la vida que podemos poseer, porque con ellas sí podemos jugar, reelaborarlas, crear personajes y volver a intentarlas cuando cometemos un error. Nuestros sueños no son como el amor, que en un momento temen lo más importante del mundo, pero no lo poseemos.
Arriésgate, esfuérzate y sé valiente, porque «solo aquel que conoce esas fronteras conoce la vida; el resto es simplemente pasar el tiempo, repetir una misma tarea, envejecer y morir sin saber realmente cuál fue tu propósito en la vida».
Dile a la vida que aun de lo más profundo del polvo te levantarás; dile que tus sueños son tu obra de arte y que los lograrás, aunque tengas que sacrificar tu Isaac, es decir, lo único y más valioso que tienes.
MASSIEL MONTAÑO RODRÍGUEZ (Santo Domingo, 1991). Técnica en Locución (Escuela Nacional de Locución Profesor Otto Rivera, 2007) e Inglés (Ralph English School, 2007). En la actualidad cursa el séptimo semestre de Derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y el cuarto nivel de Francés en la Alianza Francesa de Santo Domingo.
LÁZARO EN EL MERENGUE DOMINICANO
Si el merengue tradicional auténtico se mira en la actualidad en el espejo de la sociedad dominicana verá que su espíritu respira y presenta el rostro de la muerte. Una herida al merengue es una estocada directa al corazón de la dominicanidad. En efecto, el merengue es un elemento sustancial de la dominicanidad: si hay crisis de identidad, ningún elemento que forma parte de la estructura del sistema dominicano escapará de los efectos nocivos de la quiebra del espíritu quisqueyano.
El merengue es una de las víctimas de la guerra mediática, en la que se dispara por la espalda a la conciencia de la nación, con misiles del más alto poder, para destruir su identidad.
El merengue es la expresión musical, el género y el ritmo que identifica a los dominicanos, y no así el preferido de los jóvenes de menos de 25 años, población que representa el 50.52%, y supuesta a ocupar los espacios de la sociedad, tanto en la producción como en el consumo de bienes materiales y culturales.
Como género musical, se requiere de procedimientos que motiven la integración y mantenga la matrícula de los amantes del merengue, así como la reinstalación como fuerza musical espiritual de lo nuestro, en la mitad de los aproximadamente cinco millones de dominicanos con menos de 25 años, de los que una gran parte observa el merengue con indiferencia.
En los momentos histórico que el pueblo dominicano se ha llenado de gloría ha estado presente el merengue o una de sus variedades. La ausencia y debilidad del merengue señala alguna forma de enfermedad de lo nacional. El merengue, como expresión artística y cultural, constituye una construcción del pueblo dominicano a través de sus genuinos representantes. Es una expresión rítmica de la convergencia cultural entre el aborigen, el español y el africano, que define un sincretismo con la combinación de los instrumentos para la percusión en base al cuero, los vientos y los de cuerdas.
Otra situación no ocurrirá, porque, como expresa el poeta Basilio Belliard en el prologo del libro El merengue, música e identidad: «El merengue es la danza nacional por antonomasia del ritmo corporal y el compás de la sangre: caracteriza la idiosincrasia, el carácter y el temperamento cumbanchero del dominicano».
Sin lugar a dudas, el merengue es la expresión musical de la dominicanidad, es un incuestionable instrumento de proyección de la República Dominicana, llegando a conquistar importantes espacios a escala nacional e internacional y evidente penetración en el gusto de la gente. No obstante, se encuentra en una evidente crisis de representación, cansancio en la creación y baja calidad en el contenido y en la forma de interpretación. ¿Qué ocurrió? Su debilidad no se debe a la gran calidad de las expresiones musicales con las que compite, sino más bien a que sin un estudio de los gustos y preferencias de los jóvenes dominicanos y del mundo, las propuestas musical han excedido los cambios, impidiendo que los consumidores de menor edad la asienten y la hagan suya, sin menoscabo de su identidad, su función de sostén cultural y el mantenimiento de su esencia rítmica y danzaría.
Si se dice ¡merengue, levantaste y anda!, se expresa al mismo tiempo, ¡pueblo dominicano, levántate y anda!
FRANCISCO HERRERA CATALINO (Santo Domingo). Educador. Licenciado en Educación (Universidad Autónoma de Santo Domingo – UASD, 1987) con dos especialidades: una en Sistemas de Información Estadística (Centro Interamericano de Enseñanza Estadística, CIENES, Santiago de Chile, 1981), y otra en Educación de Adultos (UASD, 1983), y una maestría en Educación Superior (UASD, 2004). Entre sus publicaciones se encuentran: Estadísticas aplicadas a la educación y sistema de procesamiento de datos y Distribución de becas escolares del nivel pre-universitario en la República Dominicana (1982).
EL QUE NO APORTA, QUE NO EXIJA
«La sociedad no debe esperar nada
de aquel que no espera nada de ella».
George Sand
En esta vida tan evolutiva en la que el cambio nos persigue, para bien o para mal, surge una realidad alarmante llamada conformismo: Todos se adaptan de alguna u otra manera a alguna situación, y solo se limitan a quejarse. Sin embargo, se supone que el que da debe recibir. Así también el que aporta y genera cambios tiene más derecho a exigir.
Cada quien espera un cambio significativo de parte de un político, un partido, una institución o alguna persona en particular, sin darnos cuenta de que el verdadero cambio está en nosotros. En efecto, muchas personas se quejan de su situación, mientras se sientan a ver cómo otras hacen lo que ellas pueden —¡y deben!— hacer. Viven soñando con situaciones que son más posibles de hacer realidad de lo que imaginan.
En esta odisea constante de la vida debemos analizar qué podemos hacer para lograr el cambio que deseamos, en lugar de limitarnos a exigir. Nuestra responsabilidad es ponernos del lado de la solución, no del problema.
Decía Juan Bosch: «A la patria no se le usa, se le sirve». No obstante, es lamentable que en nuestro país se nos enseñe que lo correcto es todo lo contrario, sacarle beneficio en todo lo que podamos. A esto le llamo «el arte de dame lo mío, búscate lo tuyo y piensa solo en tu gente». Se trata de una sociedad contaminada por la cultura clientelar: todos buscan un beneficio particular, jamás el bien social.
Muchas personas piensan que para hacer aportes significativos al país tienen que hacer algo extraordinario. Mas que con aportes pequeños también podemos transformar nuestra nación. Por ejemplo, si no tiramos basura en la calle y exhortamos a las personas de nuestro alrededor a hacer lo mismo, poco a poco podremos producir una disminución en la cantidad de basura de nuestro sector o comunidad.
Lamentablemente, nos han inculcado la idea de que no podemos hacer nada, pues somos gente pobre. Que solo un político o gran partido puede lograr los cambios trascendentes y el progreso. Esta mentalidad absurda nos ha estancado como individuos y como nación. ¡Hasta cuándo vamos a entender que nosotros somos el pueblo y, por tanto, el cambio reside en nosotros, no en los administradores del Gobierno!
¿Dónde están los hombres y mujeres capaces de sacrificar sus vidas y sus bienes por su amada patria? Parece que ya se extinguieron y que solo nos queda el vago recuerdo de unos tales Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella, Gregorio Luperón y otros, cuyos nombres han quedado olvidados en los baúles de la historia.
Somos una nación que olvida constantemente su pasado, y por eso lo hemos repetido con frecuencia. Quizás por eso también los gobernantes no se han preocupado por invertir en la educación del pueblo. Saben que mientras más ignorantes sean los ciudadanos, más fácil de manejar seremos, lo que les permitirá a ellos hacer con la patria lo que mejor le parezca.
Al realizar una encuesta a diez personas acerca de su percepción con respecto al futuro de República Dominicana para los próximos diez años, me dijeron que la situación económica y social del país estará peor, que se multiplicará la pobreza, que existirán más analfabetos y que habrá más corrupción. La mayoría concluyó que lo mejor era «largarse» del país.
En la conferencia Trabajadores Migrantes y Desarrollo Nacional, auspiciada porla Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Cuban Research Institute of Florida International University, y el Instituto de Formación Social del Caribe del 15 de octubre de 2010, se dijo lo siguiente:
«La comunidad dominicana en el extranjero experimentó un alto crecimiento durante el período 2005-2010, pasando de1,628,195 a 1,800.000 emigrantes. La dinámica migratoria de los dominicanos sigue concentrada hacia Estados Unidos, la cual incrementó su participación de 81% a 83% y una tasa de crecimiento acumulativa de 20%. La población dominicana en Puerto Rico representa el 6% del total, mientras que en España este porcentaje ascendió a un 5% durante el período analizado».
Es lamentable constatar cómo el dominicano no cree en el desarrollo de su país. Prefiere invertir su tiempo, conocimiento y energía en otra nación, pues no ve futuro en la suya.
Tal vez el gran problema que tenemos es que la población dominicana no siente el compromiso de producir cambios significativos en su nación. ¿Acaso será verdad que no tenemos salida? Parafraseando a Einstein podríamos decir que «No podemos resolver los problemas desde el mismo nivel de pensamiento con los que los hemos creado». Cuando nos comprometemos con el cambio nos hacemos responsables por algo que sucederá en el futuro, y que no ocurrirá si no estableciéramos un compromiso serio.
Hay una frase que dice «La maldad no existe por las personas mala, sino por aquellas que permiten la maldad». Cuando toleramos los actos de corrupción, cuando no reclamamos nuestros derechos, cuando vemos que algo está mal y no hacemos algo para remediarlo, estamos siendo cómplice, consciente o inconscientemente, de eso.
Entiendo que muchas veces sentimos impotencia y creemos que no hay solución, pero hasta que no nos unamos y luchemos por el cambio que queremos ver en nuestra nación todo se quedara ahí. ¡Nosotros somos el cambio que queremos ver en el mundo!
ELISAMA ABIGAIL PEÑA FERNÁNDEZ (Santo Domingo, 1990). Locutora y estudiante de término de Derecho de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Es locutora de Radio Trans Mundial (Radio Ven), columnista del periódico cristiano Evidencia y conductora del programa de televisión Somos el Cambio.
Merengue, levántate y anda.
Si el merengue tradicional auténtico se mira en la actualidad en el espejo de la sociedad dominicana verá que su espíritu respira y presenta el rostro de la muerte. Una herida al merengue es una estocada directa al corazón de la dominicanidad. En efecto, el merengue es un elemento sustancial de la dominicanidad: si hay crisis de identidad, ningún elemento que forma parte de la estructura del sistema dominicano escapará de los efectos nocivos de la quiebra del espíritu quisqueyano.
El merengue es una de las víctimas de la guerra mediática, en la que se dispara por la espalda a la conciencia de la nación, con misiles del más alto poder, para destruir su identidad.
El merengue es la expresión musical, el género y el ritmo que identifica a los dominicanos, y no así el preferido de los jóvenes de menos de 25 años, población que representa el 50.52%, y supuesta a ocupar los espacios de la sociedad, tanto en la producción como en el consumo de bienes materiales y culturales.
Como género musical, se requiere de procedimientos que motiven la integración y mantenga la matrícula de los amantes del merengue, así como la reinstalación como fuerza musical espiritual de lo nuestro, en la mitad de los aproximadamente cinco millones de dominicanos con menos de 25 años, de los que una gran parte observa el merengue con indiferencia.
En los momentos histórico que el pueblo dominicano se ha llenado de gloría ha estado presente el merengue o una de sus variedades. La ausencia y debilidad del merengue señala alguna forma de enfermedad de lo nacional. El merengue, como expresión artística y cultural, constituye una construcción del pueblo dominicano a través de sus genuinos representantes. Es una expresión rítmica de la convergencia cultural entre el aborigen, el español y el africano, que define un sincretismo con la combinación de los instrumentos para la percusión en base al cuero, los vientos y los de cuerdas.
Otra situación no ocurrirá, porque, como expresa el poeta Basilio Belliard en el prologo del libro El merengue, música e identidad: «El merengue es la danza nacional por antonomasia del ritmo corporal y el compás de la sangre: caracteriza la idiosincrasia, el carácter y el temperamento cumbanchero del dominicano».
Sin lugar a dudas, el merengue es la expresión musical de la dominicanidad, es un incuestionable instrumento de proyección de la República Dominicana, llegando a conquistar importantes espacios a escala nacional e internacional y evidente penetración en el gusto de la gente. No obstante, se encuentra en una evidente crisis de representación, cansancio en la creación y baja calidad en el contenido y en la forma de interpretación. ¿Qué ocurrió? Su debilidad no se debe a la gran calidad de las expresiones musicales con las que compite, sino más bien a que sin un estudio de los gustos y preferencias de los jóvenes dominicanos y del mundo, las propuestas musical han excedido los cambios, impidiendo que los consumidores de menor edad la asienten y la hagan suya, sin menoscabo de su identidad, su función de sostén cultural y el mantenimiento de su esencia rítmica y danzaría.
Si se dice ¡merengue, levantaste y anda!, se expresa al mismo tiempo, ¡pueblo dominicano, levántate y anda!
FRANCISCO HERRERA CATALINO (Santo Domingo). Educador. Licenciado en Educación (Universidad Autónoma de Santo Domingo – UASD, 1987) con dos especialidades: una en Sistemas de Información Estadística (Centro Interamericano de Enseñanza Estadística, CIENES, Santiago de Chile, 1981), y otra en Educación de Adultos (UASD, 1983), y una maestría en Educación Superior (UASD, 2004). Entre sus publicaciones se encuentran: Estadísticas aplicadas a la educación y sistema de procesamiento de datos y Distribución de becas escolares del nivel pre-universitario en la República Dominicana (1982).
EL ARTE DE LA «COTORRA»
«Los seres humanos son como una fotografía:
solo muestran lo que quieren que vean».
(Tomado de: bla, bla y más bla)
El cortejo es un proceso que tiene su origen en el individuo en colectividad. Las relaciones entre hombres y mujeres, en nuestro país, se han convertido con el tiempo en un arte que sin duda vale la pena analizar. Pero no solo estudiarlo, también disfrutarlo, ya que sin duda este proceso define casi más de la mitad de nuestras vidas.
Todos hemos pasado por relaciones de pareja. Hay quienes se quedan en ellas; hay otras personas que no se deciden, hay otras que escogen acompañarse de la soledad. Pero el fin de todas las relaciones generalmente es encontrar a esa persona con la que queremos pasar el resto de nuestras vidas. Ahora bien, ¿qué hacemos para lograr estar con esa persona que queremos?
La «cotorra» en nuestro país es la base de toda subsistencia: a usamos en cada momento. Es parte de lo que se conoce como normas de etiqueta. Normalmente la usamos para no quedar mal o, en algunos casos, para fingir que somos diferentes a como somos en realidad (algo muy común). Pero en definitiva, usamos la «cotorra» para bien o para mal (más para mal), pero la usamos.
Por ejemplo: «Mi amor, ¿qué te sucede?», pregunta la esposa preocupada. «Nada, mi amor; nada», responde el marido de manera evasiva. En buen dominicano a esto se le conoce como «cotorra». Claro que sí, porque si te lo preguntan es por algo. Pero para no armar un rompecabezas de tres piezas, uno recurre a la «cotorra». Otro ejemplo: cuando me tocaba entregar a mi profesor un texto —por cierto, este que ahora leen—, le dije, teniendo dos semanas para escribir solo dos párrafos, que no pude hacerlo debido a los exámenes de la universidad: ¡«cotorra», no se me había ocurrido nada!
Entrando más en materia acerca del tipo de «cotorra» que nos interesa, dígase el arte de calentarle el oído a una fulana o a un fulano, solo me resta decir que es algo parecido, pero muy diferente. Diferente porque ya no lo hacemos para salvar nuestras cabezas de la guillotina de aquellos que sin duda nunca nos cortarían la cabeza, sino para crear todo un escenario, un montaje, lo cual supone, a veces, hasta cambiar el tono de hablar… ¡hasta la manera de vestirnos¡ Ahora bien, la pregunta es ¿por qué lo hacemos?
Según los expertos, cuando un hombre sexualmente activo ve a una fulana con unas curvas y un cuerpo jugosamente apetecible; o en el caso de la mujer, a un fulano con un cuerpo atlético, alto y esbelto, el cerebro libera una sustancia muy parecida a la droga, que nos predispone a hacer todo lo posible por perpetuar la especie. La dopamina, así se llama la sustancia, es sin duda el combustible que enciende ese lugar en nuestro cerebro reservado a la «cotorra».
OCTAVIO ALFONSO BIDÓ MATA (Santo Domingo, 1990). Actualmente cursa el séptimo semestre de Publicidad en la Universidad APEC. La pintura, la música, la actuación y la escritura son sus principales pasiones. Además de los estudios universitarios está dedicado a la fotografía y al diseño web.
ESTO NO TIENE NOMBRE
«Si te estuvieras ahogando, acudiría a salvarte,
a taparte con mi manta y a ofrecerte té caliente».
Anónimo.
Los procesos de la vida y la muerte difieren de una persona a otra, depende del sector socioeconómico en el que les haya tocado nacer, vivir y desarrollarse; de los conocimientos que haya adquirido con relación a la salud, del concepto que tenga con respecto a la importancia del auto cuidado y, por supuesto, de que seas hombre o mujer. También depende de que vivas en un ámbito rural o urbano y de la calidad de la educación que hayas recibido, de la responsabilidad que el Estado asuma con la población en asuntos de salud y de la calidad humana del personal médico de emergencia.
En la República Dominicana estas diferencias están muy marcadas, sobre todo en función de la condición de la clase social a la que pertenezcas y de si eres hombre o mujer. Esto así, debido, entre otras cosas, a que las mujeres estamos más ligadas a los asuntos de salud de la familia (por una asignación de roles desiguales que la sociedad ha impuesto en las responsabilidades de una y otro con respecto al cuidado de niñas, niños, envejecientes y otras personas con problemas de salud, que recae mayoritariamente en las mujeres), por lo que estamos más expuestas a ser víctimas del contagio de enfermedades.
Por otro lado, debido a nuestra condición de mujeres y de ser quienes biológicamente estamos equipadas para concebir, gestar, dar a luz y amamantar, recurrimos más a los deficientes servicios de salud que precariamente nos brinda el Estado. La situación se agrava en municipios empobrecidos y alejados de donde se brindan los servicios más especializados. Mientras más lejos estemos de esos servicios, menos posibilidades tenemos de sobrevivir a complicaciones relacionada con el embarazo y el parto. Y es aquí donde entra en cuestión la distancia que media entre el municipio, barrio o comunidad donde viva la mujer y el hospital más cercano.
Una experiencia que me ha tocado de cerca es la de una muchacha del municipio de Villa Jaragua, Neiba, en la provincia Baoruco. Niurka Rivas, de 23 años y en espera de su cuarto hijo o hija, ha tenido tres hijas anteriormente, el número de descendientes que desde niña pensó tener, pero hay un problema: no ha parido ningún varón y es necesario complacer al entristecido marido, que por no tener un varón siente que está «trabajando para nadie» y que no tiene compañía en las labores agrícolas, a pesar de que además de todos los quehaceres de la casa, Niurka le acompaña en el conuco, junto a las pequeñas, desde las nueve de la mañana, cuando le lleva el desayuno y se integra hasta la hora de ponerse a preparar la comida, y desde las dos de la tarde hasta que se pone el sol. Gran parte del año esta familia la pasa en la loma, cultivando la tierra de la que producen el sustento de la familia.
A medida que se acerca el tiempo en que Niurka debe dar a luz, la familia se traslada al pueblo y se reubican en casa de sus familiares. El día del parto es llevada al hospital de Neiba, donde la recibe un médico y dos enfermeras. El parto se complica y es necesario practicar una cesárea, pero no se cuenta ni con la voluntad ni con los equipos necesarios, ni con el transporte para trasladarla hasta el hospital Jaime Mota en Barahona. Son las dos de la mañana, el padre de Niurka consigue una ambulancia con el síndico, pero no hay combustible ni chofer a esa hora, es necesario esperar a que amanezca.
Mientras tanto, Niurka continúa en su gravedad: se le aceleran los síntomas del parto, llegan los pujos, se pone oxitocina y es realizado el parto. ¡Al fin ha nacido el tan esperado hijo! Dos horas más tarde Niurka pierde la vida, debido a una hemorragia que ya no fue posible detener.
En Niurka ha muerto un poco de tantas mujeres que pasan por esta misma situación. Lo peor de todo esto es que en nuestro país una muerta no basta, es solo «un caso aislado», y según nuestros dirigentes políticos «el país avanza» y nuestra economía brilla como una tacita de oro en medio de los panoramas económicos de América Latina.
La educación que recibe la población más necesitada no tiene la calidad suficiente para que las mujeres entiendan la necesidad de valorarse, analizar la situación en la que viven, espaciar los embarazos, hacerse chequeos regulares, exigir respeto en los hospitales y demandar servicios de salud de calidad. En fin, el grado de la educación no les alcanza a las mujeres para demandar la soberanía sus propias vidas.
La calidad de la educación que recibimos quienes llegamos a tener dicho privilegio, no alcanza para formar a las personas en sus derechos, deberes y responsabilidades con ellas mismas y con su entorno. No constituye una herramienta para disminuir la pobreza material y la pobreza de conocimientos.
Como dijera nuestro poeta nacional: «hay un país en el mundo….», sí, en donde las mujeres entregan la vida al traer la vida al mundo.
ÁNGELA MÉNDEZ (Jaragua, Neiba, provincia Baoruco, 1964). Licenciada en Desarrollo Agrícola y Rural (Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD- 2001), profesora en Educación, mención Biología y Química (UASD, 1988) con un diplomado en Incidencia en Políticas Públicas (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales -FLACSO, 2008). En la actualidad es encargada técnica del proyecto Articulando Esfuerzos a Favor de la Educación para Todos y Todas del Centro de Solidaridad para el Desarrollo de la Mujer (Ce-Mujer).
«Si te estuvieras ahogando, acudiría a salvarte,
a taparte con mi manta y a ofrecerte té caliente».
Anónimo.
Los procesos de la vida y la muerte difieren de una persona a otra, depende del sector socioeconómico en el que les haya tocado nacer, vivir y desarrollarse; de los conocimientos que haya adquirido con relación a la salud, del concepto que tenga con respecto a la importancia del auto cuidado y, por supuesto, de que seas hombre o mujer. También depende de que vivas en un ámbito rural o urbano y de la calidad de la educación que hayas recibido, de la responsabilidad que el Estado asuma con la población en asuntos de salud y de la calidad humana del personal médico de emergencia.
En la República Dominicana estas diferencias están muy marcadas, sobre todo en función de la condición de la clase social a la que pertenezcas y de si eres hombre o mujer. Esto así, debido, entre otras cosas, a que las mujeres estamos más ligadas a los asuntos de salud de la familia (por una asignación de roles desiguales que la sociedad ha impuesto en las responsabilidades de una y otro con respecto al cuidado de niñas, niños, envejecientes y otras personas con problemas de salud, que recae mayoritariamente en las mujeres), por lo que estamos más expuestas a ser víctimas del contagio de enfermedades.
Por otro lado, debido a nuestra condición de mujeres y de ser quienes biológicamente estamos equipadas para concebir, gestar, dar a luz y amamantar, recurrimos más a los deficientes servicios de salud que precariamente nos brinda el Estado. La situación se agrava en municipios empobrecidos y alejados de donde se brindan los servicios más especializados. Mientras más lejos estemos de esos servicios, menos posibilidades tenemos de sobrevivir a complicaciones relacionada con el embarazo y el parto. Y es aquí donde entra en cuestión la distancia que media entre el municipio, barrio o comunidad donde viva la mujer y el hospital más cercano.
Una experiencia que me ha tocado de cerca es la de una muchacha del municipio de Villa Jaragua, Neiba, en la provincia Baoruco. Niurka Rivas, de 23 años y en espera de su cuarto hijo o hija, ha tenido tres hijas anteriormente, el número de descendientes que desde niña pensó tener, pero hay un problema: no ha parido ningún varón y es necesario complacer al entristecido marido, que por no tener un varón siente que está «trabajando para nadie» y que no tiene compañía en las labores agrícolas, a pesar de que además de todos los quehaceres de la casa, Niurka le acompaña en el conuco, junto a las pequeñas, desde las nueve de la mañana, cuando le lleva el desayuno y se integra hasta la hora de ponerse a preparar la comida, y desde las dos de la tarde hasta que se pone el sol. Gran parte del año esta familia la pasa en la loma, cultivando la tierra de la que producen el sustento de la familia.
A medida que se acerca el tiempo en que Niurka debe dar a luz, la familia se traslada al pueblo y se reubican en casa de sus familiares. El día del parto es llevada al hospital de Neiba, donde la recibe un médico y dos enfermeras. El parto se complica y es necesario practicar una cesárea, pero no se cuenta ni con la voluntad ni con los equipos necesarios, ni con el transporte para trasladarla hasta el hospital Jaime Mota en Barahona. Son las dos de la mañana, el padre de Niurka consigue una ambulancia con el síndico, pero no hay combustible ni chofer a esa hora, es necesario esperar a que amanezca.
Mientras tanto, Niurka continúa en su gravedad: se le aceleran los síntomas del parto, llegan los pujos, se pone oxitocina y es realizado el parto. ¡Al fin ha nacido el tan esperado hijo! Dos horas más tarde Niurka pierde la vida, debido a una hemorragia que ya no fue posible detener.
En Niurka ha muerto un poco de tantas mujeres que pasan por esta misma situación. Lo peor de todo esto es que en nuestro país una muerta no basta, es solo «un caso aislado», y según nuestros dirigentes políticos «el país avanza» y nuestra economía brilla como una tacita de oro en medio de los panoramas económicos de América Latina.
La educación que recibe la población más necesitada no tiene la calidad suficiente para que las mujeres entiendan la necesidad de valorarse, analizar la situación en la que viven, espaciar los embarazos, hacerse chequeos regulares, exigir respeto en los hospitales y demandar servicios de salud de calidad. En fin, el grado de la educación no les alcanza a las mujeres para demandar la soberanía sus propias vidas.
La calidad de la educación que recibimos quienes llegamos a tener dicho privilegio, no alcanza para formar a las personas en sus derechos, deberes y responsabilidades con ellas mismas y con su entorno. No constituye una herramienta para disminuir la pobreza material y la pobreza de conocimientos.
Como dijera nuestro poeta nacional: «hay un país en el mundo….», sí, en donde las mujeres entregan la vida al traer la vida al mundo.
ÁNGELA MÉNDEZ (Jaragua, Neiba, provincia Baoruco, 1964). Licenciada en Desarrollo Agrícola y Rural (Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD- 2001), profesora en Educación, mención Biología y Química (UASD, 1988) con un diplomado en Incidencia en Políticas Públicas (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales -FLACSO, 2008). En la actualidad es encargada técnica del proyecto Articulando Esfuerzos a Favor de la Educación para Todos y Todas del Centro de Solidaridad para el Desarrollo de la Mujer (Ce-Mujer).
EL QUE NO APORTA, QUE NO EXIJA
«La sociedad no debe esperar nada
de aquel que no espera nada de ella».
George Sand
En esta vida tan evolutiva en la que el cambio nos persigue, para bien o para mal, surge una realidad alarmante llamada conformismo: Todos se adaptan de alguna u otra manera a alguna situación, y solo se limitan a quejarse. Sin embargo, se supone que el que da debe recibir. Así también el que aporta y genera cambios tiene más derecho a exigir.
Cada quien espera un cambio significativo de parte de un político, un partido, una institución o alguna persona en particular, sin darnos cuenta de que el verdadero cambio está en nosotros. En efecto, muchas personas se quejan de su situación, mientras se sientan a ver cómo otras hacen lo que ellas pueden —¡y deben!— hacer. Viven soñando con situaciones que son más posibles de hacer realidad de lo que imaginan.
En esta odisea constante de la vida debemos analizar qué podemos hacer para lograr el cambio que deseamos, en lugar de limitarnos a exigir. Nuestra responsabilidad es ponernos del lado de la solución, no del problema.
Decía Juan Bosch: «A la patria no se le usa, se le sirve». No obstante, es lamentable que en nuestro país se nos enseñe que lo correcto es todo lo contrario, sacarle beneficio en todo lo que podamos. A esto le llamo «el arte de dame lo mío, búscate lo tuyo y piensa solo en tu gente». Se trata de una sociedad contaminada por la cultura clientelar: todos buscan un beneficio particular, jamás el bien social.
Muchas personas piensan que para hacer aportes significativos al país tienen que hacer algo extraordinario. Mas que con aportes pequeños también podemos transformar nuestra nación. Por ejemplo, si no tiramos basura en la calle y exhortamos a las personas de nuestro alrededor a hacer lo mismo, poco a poco podremos producir una disminución en la cantidad de basura de nuestro sector o comunidad.
Lamentablemente, nos han inculcado la idea de que no podemos hacer nada, pues somos gente pobre. Que solo un político o gran partido puede lograr los cambios trascendentes y el progreso. Esta mentalidad absurda nos ha estancado como individuos y como nación. ¡Hasta cuándo vamos a entender que nosotros somos el pueblo y, por tanto, el cambio reside en nosotros, no en los administradores del Gobierno!
¿Dónde están los hombres y mujeres capaces de sacrificar sus vidas y sus bienes por su amada patria? Parece que ya se extinguieron y que solo nos queda el vago recuerdo de unos tales Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella, Gregorio Luperón y otros, cuyos nombres han quedado olvidados en los baúles de la historia.
Somos una nación que olvida constantemente su pasado, y por eso lo hemos repetido con frecuencia. Quizás por eso también los gobernantes no se han preocupado por invertir en la educación del pueblo. Saben que mientras más ignorantes sean los ciudadanos, más fácil de manejar seremos, lo que les permitirá a ellos hacer con la patria lo que mejor le parezca.
Al realizar una encuesta a diez personas acerca de su percepción con respecto al futuro de República Dominicana para los próximos diez años, me dijeron que la situación económica y social del país estará peor, que se multiplicará la pobreza, que existirán más analfabetos y que habrá más corrupción. La mayoría concluyó que lo mejor era «largarse» del país.
En la conferencia Trabajadores Migrantes y Desarrollo Nacional, auspiciada por
«La comunidad dominicana en el extranjero experimentó un alto crecimiento durante el período 2005-2010, pasando de
Es lamentable constatar cómo el dominicano no cree en el desarrollo de su país. Prefiere invertir su tiempo, conocimiento y energía en otra nación, pues no ve futuro en la suya.
Tal vez el gran problema que tenemos es que la población dominicana no siente el compromiso de producir cambios significativos en su nación. ¿Acaso será verdad que no tenemos salida? Parafraseando a Einstein podríamos decir que «No podemos resolver los problemas desde el mismo nivel de pensamiento con los que los hemos creado». Cuando nos comprometemos con el cambio nos hacemos responsables por algo que sucederá en el futuro, y que no ocurrirá si no estableciéramos un compromiso serio.
Hay una frase que dice «La maldad no existe por las personas mala, sino por aquellas que permiten la maldad». Cuando toleramos los actos de corrupción, cuando no reclamamos nuestros derechos, cuando vemos que algo está mal y no hacemos algo para remediarlo, estamos siendo cómplice, consciente o inconscientemente, de eso.
Entiendo que muchas veces sentimos impotencia y creemos que no hay solución, pero hasta que no nos unamos y luchemos por el cambio que queremos ver en nuestra nación todo se quedara ahí. ¡Nosotros somos el cambio que queremos ver en el mundo!
ELISAMA ABIGAIL PEÑA FERNÁNDEZ (Santo Domingo, 1990). Locutora y estudiante de término de Derecho de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Es locutora de Radio Trans Mundial (Radio Ven), columnista del periódico cristiano Evidencia y conductora del programa de televisión Somos el Cambio.
MANDATO DIVINO O TRABAJO FORZADO
«El placer que acompaña al trabajo
pone en alivio la fatiga».
Horacio
El trabajo aporta un sentido de identidad personal. Lleva en sí una misteriosa recompensa. Trabajar es un acto significativo que produce bienestar y satisfacción psicológica y espiritual.
Generalmente escuchamos quejas de nuestros parientes y amigos acerca de su estado de salud. Mientras nos cuentan sus dolencias, pensamos que esos mismos dolores nos aquejan, pero preferimos callarnos o, en el mejor de los casos, confirmamos esas dolamas. Entonces armamos un coloquio acerca de quién tiene más dolores y cuántos estudios se han realizados.
A las consultas de psiquiatras, psicólogos orientadores, acuden cada día personas con el propósito de obtener solución a sus problemas de salud. Después de someterse a diferentes análisis y estudios —carísimos por demás—, para determinar las causas de sus dolencias, los resultados no arrojan ninguna anomalía, en ese momento, deciden visitar los terapeutas.
De acuerdo con el psiquiatra George Vaillant, la adultez está marcada por una etapa de desarrollo llamada «consolidación de la profesión». Es en ese punto que los terapeutas han observado que los individuos que no se identifican con su trabajo, renegando de sus labores, presentan un sinnúmero de dolencias.
¿Por qué trabaja la gente? No sólo para ganarse la vida. Ciertamente, la gente trabaja para obtener varias recompensas concreta, tangibles, como el dinero, e intangibles, como el prestigio, conseguidos estos, llega la gran interrogante: ¿soy feliz solo con esto?
Algunas personas saben desde la infancia qué quieren y siguen un camino hacia su meta. Para otras, la elección de una ocupación es en gran parte una cuestión de azar, de ver los anuncios y qué hay disponible. Cuando logran emplearse, se convierten en máquinas vacías, monótonas, pronto la depresión y la frustración son los huéspedes principales de su existencia.
Tenemos miedo, mucho miedo de lanzarnos al vacío y en ese planear ir soltando las amarras cargadas de prejuicios y deseos ajenos, declararnos libres; libres para tomar decisiones, para emprender nuestro oficio original, el de «fábrica». Así estaríamos obedeciendo nuestro propio sentir, nuestro sueño de realizar el mandato divino que hay en nuestro interior.
QUENIA MERCEDES SEVERINO FABIÁN (Santo Domingo, 1958) Licenciada en Contabilidad por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD, 1993). En la actualidad cursa el sexto semestre de de Psicología Clínica en la Universidad de la Tercera Edad (UTE).
UN PAÍS «A MEDIO TALLE»
«La división internacional del trabajo consiste
en que unos pueblos se especializan en ganar
y otros pueblos se especializan en perder […]»…
Eduardo Galeano: Las venas abiertas de América Latina.
Un país, como una persona, lo que piensa de «sí mismo» es determinante en la respuesta que da al presente y, por tanto, ejerce una gran influencia en lo que será mañana. Es esa “autoestima” lo que nos hace como personas y como pueblos dar una u otra respuesta. El problema es que han sido otros, modelándonos a conveniencia, los que nos han dicho lo que somos y debemos ser. En muchos casos esa definición de nosotros por parte de otros ha sido tan efectiva que nos la hemos creído nuestra propia definición de nosotros mismos. A pesar de que reconocemos valores en nosotros que nos hacen mejores como personas y como pueblos no somos, entonces, consistentes, tendiendo a dejar las «cosas» sin terminar, es decir, como diría mi amigo Jesús parodiando a su abuela: «estamos a medio talle», con lo cual expresamos que es algo sin terminar.
Desde las realizaciones más importantes en nuestras vidas así como las más cotidianas podemos ver cómo esa tendencia de dejar las cosas «a medio talle» nos va arropando de manera tal, que parece parte ya de lo que somos y debemos ser. Incluso, peor aún, cuando pretendemos ser contestatarios y revelarnos frente a esta realidad, también nos quedamos en el camino. Es necesario, entonces, vernos a nosotros mismos en esas dos grandes dimensiones: como pueblo y como personas individuales, y así comenzar a construir nuestra propia historia, lo que somos y lo que queremos ser.
Un primer paso para escribir nuestra propia historia es atrevernos a mirarnos a nosotros mismos. No importa por donde comencemos, si lo hacemos de lo general a lo particular o viceversa o si tomamos de aquí y de allá, lo importante es ser consistentes.
Mirarnos a nosotros mismos no es solo poner un espejo delante y analizar nuestra apariencia, es muchísimo más. Es, sobre todo, comprendernos y entender las causas y razones, es buscar también en nuestro interior. Es mirar nuestro aquí y ahora, saber de dónde venimos y proyectar hacia dónde vamos. No importa dónde sea, al final los seres humanos tenemos un solo destino, un lugar donde queremos ir a pesar de las dificultades del camino: el bienestar y la felicidad.
«Nacemos para ser felices»… es posible que a veces pensemos lo contrario y este pensamiento efectivamente nos deje varados en el camino. Aun cuando decimos que hemos nacido para el sufrimiento, esa expresión no es sino también una manera de exponer nuestro más intimo deseo de ser feliz.
Pienso que al día de hoy —no importa cuál sea nuestro punto de vista o de partida—, podemos así partir de una mirada desde lo sociológico, psicológico individual o social, desde lo histórico, antropológico, lo cultural, lo anecdótico, paradójico o simplemente especulativo, siempre que seamos consistentes y sobrepasemos las barreras —que en muchos casos están en nosotros, más que en nuestro entorno—, que la misma realidad nos impone.
Las barreras son nuestra falta de visión; de pensar que no podemos, que nos falta tiempo, que no tenemos la experiencia necesaria. Así vamos construyendo el andamiaje de nuestro propio fracaso, regocijándonos en nuestra mediocridad, conformándonos con lo poco, criticando al que se atreve y lamiéndonos las heridas de la frustración, mintiéndonos a nosotros mismos, haciéndonos profesionales del disfraz, ocultando lo que realmente somos.
Una excusa nos puede librar momentáneamente de alguna responsabilidad, pero no para siempre. Siempre he dicho que las «quejas» solo son buena en la cama (y si es que se está gozando), lo contrario es algo inútil. En tal caso, la crítica es mejor compañera, de alguna manera nos dice que algo no anda bien. Sin embargo, debemos ser cautos a la hora de los elogios. Recibir ensalzamientos en demasía, inmerecidos o desproporcionados, es como alimentarnos con cuchara vacía. Esta manera de inmovilizarnos a veces se viste de sumisión o «limpiasaquismo», con lo que el proponente trata —y en muchos casos logra— bajar nuestra guardia. Solo recordemos cuando alguna vez alguien se nos ha acercado y nos dice: «¡Príncipe!»…y acto seguido nos «gira» por algunas monedas, o los casos de quienes al momento de ser detenidos por algún militar le dicen: «dígame, comandante»… podríamos escribir, todo un tratado acerca del «arte de sobrevivir» poblado de anécdotas, estampas y humor de nuestra cotidianidad.
Esta estrategia de alimentar con cuchara vacía nuestro ego ha traspasado incluso terrenos tan importantes como el amor y la conquista. Para ilustrarlo he aquí la sagacidad de un proponente y la ingeniosa respuesta de una depositaria: «Usted es la mujer más bella que he visto en toda mi vida», a lo que ella responde: «Amigo, usted ha visto poco». Con todo lo anterior no estoy diciendo que no debemos reconocer nuestras virtudes y las de otras personas. Por supuesto que es sumamente importante, desde mi percepción, el reconocimiento y estímulo de nuestras virtudes, capacidades, más aun, si ello nos ayuda a continuar, crecer y descubrir nuestro potencial.
Siempre he dicho que el éxito en la vida no está en donde se llega, sino «desde dónde se llega a donde se llega». Cada tiempo-espacio en la humanidad ha tenido sus ítemes de éxito, alcanzarlos no es el problema, lo malo es quedarse ahí. «La vida es una propuesta que empieza cada día», una frase que usé en mi Messenger por largo tiempo, con la cual trate de expresar que para mí la vida es un desafío constante, de no serlo quizás sería lo más aburrida. Por supuesto, tampoco estoy diciendo que la idea es vivir en un constante desasosiego, en un estado eterna paranoia, no, la tendencia es buscar el equilibrio o la idea de este.
«Siempre se puede más»… con lo que estoy de acuerdo. No solo se trata de «llegar donde nadie llegó», como dice otra canción «Impossible Dream» (sueños imposible), se trata también de redescubrir nuevas maneras. La propuesta de este «viaje» es aventurarnos a aventurar; es rehacer lo hecho. Es de nuevo tomar arcilla y rehacer dioses que nos rehagan a nosotros mismos.
En este punto, pienso, y no sé cuál será el método, cuál será la estrategia definitiva, pero sé que la táctica es, por el momento, escribir, pensar, escribir; hablar, escribir, pensar, escribir. Escribir, reflexionar, rehacer, escribir… ¿quieres venir a este viaje?
AUSENCIA DE INVERSIÓN EN LA INFRAESTRUCTURA
DE SERVICIOS DE SALUD PÚBLICA
«Nunca dolió más el látigo,
que cuando cayó en manos del esclavo».
Refrán popular
La parte alta de la ciudad, no el municipio Santo Domingo Norte de hoy, sino esa que fue víctima de la oprobiosa «operación limpieza», durante la guerra civil de 1965, comprendida entre la Máximo Gómez , hacia el Oeste; el río Ozama, hacia el Este; el río Isabela, hacia el Norte, y la Avenida Central , hoy Avenida 27 de Febrero, hacia el Sur, no ha visto aumentar su oferta de camas en el sector público en los últimos 50 años. En esta área de la ciudad solo los antiguos hospitales Francisco Moscoso Puello y Luis Eduardo Aybar ofrecen servicios de salud totalmente gratis, como parte del modelo sanitario estatal al alcance de los «hijos de machepa», como los llamó Juan Bosch en la campaña electoral de 1963.
Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud , la oferta de cama necesaria para mantener una población adecuadamente sana es de una cama por cada 2,000 habitantes. Quizás en el año 1961, cuando la ciudad contaba con 300,000 habitantes, pudo esta demanda ser satisfecha en esta parte de la ciudad. No obstante, la densidad poblacional en la actualidad se ha multiplicado por diez, ya que la ciudad cuenta con más de tres millones de habitantes y aun así la oferta de cama se mantiene inalterada.
El hospital Luis Eduardo Aybar, inaugurado el 27 de febrero de 1936, contaba con un total de 100 camas, distribuidas —según los modelos de ingeniería sanitaria de la época— en 10 habitaciones de igual número de camas cada una, sin tomar en cuenta que la teoría bacteriana de la enfermedad considera las enfermedades cruzadas, aun cuando no sean de transmisión directa y, paradójicamente —aun hoy, con todos los conocimientos poseídos—, se conserva este modelo. Hoy cuenta con 187 camas distribuidas en 19 salas; 124 camas en el primer nivel, 16 salas con 63 camas y 9 cunas en el segundo nivel.
El hospital Francisco Moscoso Puello, inaugurado el 24 de octubre de 1959 —día de San Rafael, por supuesto—, contaba entonces con 112 camas, distribuidas en 13 habitaciones de 10 camas cada una. Más que aumentar, su número de camas ha disminuido a 191 en la actualidad, debido al deterioro de la planta física, en condiciones tan irrecuperables, que han tenido que ser cerradas para remodelación o utilizadas para áreas no concebidas al momento del diseño de la estructura; hay disponibles en la actualidad 129.
Los hospitales nuevos que forman parte de la nombrada ciudad sanitaria Luis Eduardo Aybar, el Hospital de Gastroenterología y el Secanot, funcionan como institutos, es decir, son semiprivados, ya que no existen allí servicios por los que no haya que pagar módicos precios, y no tan módicos, pero hay que pagar, y en sentido general, debido a la calidad y variedad de sus servicios no hacen otra cosa que competir con el Morgan, quedando este indefenso ante el aval tecnológico con que cuentan los citados centro de salud y, sobre todo, por el caudal de recursos que cobran por los servicios ofrecidos a los pacientes no asegurados y a los afiliados del régimen subsidiado del Seguro Nacional de Salud (SENASA) y las demás ARS.
Adicional a esta situación, debe considerarse el hecho de que el antiguo hospital Barney Morgan —nombre que aún conserva en la población— sigue siendo lo que desde sus inicios: el hospital de referencia de todos los hospitales municipales de la nación, ya que la demagógica clasificación de los centros de salud en niveles no ha servido para que con estos parámetros las autoridades descentralicen de manera adecuada los servicios de salud a escala nacional, pues si ni siquiera el primer nivel de atención —el responsable de la medicina preventiva—, ha arrancado eficientemente. Menos lo harán estos hospitales, que requerirán de una gama de servicios para alcanzar esta clasificación: unidad de cuidados intensivos, capacidad para realizar cirugías cardiacas y neurocirugías y el manejo de hemoderivados, entre otros servicios.
El deterioro de la calidad de los servicios de salud que se ofrecen en estos centros, fundamentada en la incapacidad de seguir la evolución del ejercicio de la medicina, con los adelantos tecnológicos como punta de lanza, así como la carencia de un programa de educación continuada para garantizar la actualización del personal de salud, hacen imposible el ejercicio de una práctica médica no solo actual, sino de vanguardia, propia un hospital del tercer nivel.
La incapacidad de sistema de salud gubernamental de suplir los servicios de salud que la población requiere, con respecto a la infraestructura física, en respuesta al incremento de la densidad poblacional, del área correspondiente al centro de salud, al equipamiento de las áreas especializadas, sobre todo las de diagnóstico, al mantenimiento de la línea de suministro de material gastable, mayormente en los laboratorios y farmacias internas, lo incapacita para competir con los llamados institutos semiprivados, agrupados en la Asociación Nacional de Clínicas Privadas, y los induce a evadir su responsabilidad ante la opinión pública.
A pesar de esta negativa realidad, el Colegio Médico Dominicano —todas las gestiones—, solo eleva su voz de protesta ante reclamos salariales; en muy pocas ocasiones a demandado soluciones a la problemática real del sector salud, como la supresión del cobro de cuotas de recuperación, la creación de plazas para personal del sector, suficiente para suplir la demanda de los pacientes, el mantenimiento de la línea de suministro de materiales gastables y equipos adecuados, con la agravante de que al conformarse solo con las promesas de solución, que casi siempre quedan en el olvido, favorece la posición del Ministro de Salud a la hora de diferir su responsabilidad como gestor del inoperante sistema de salud.
Un reclamo del sector laboral del área de la salud que jamás se ha hecho es la necesaria edad tope o tiempo límite de servicio, que actúa en detrimento de los tres actores que intervienen en el sector salud: el Estado, como responsable de la oferta de servicios, y que no puede satisfacer; los gremios de la salud, quienes demandan plazas de trabajo y mejores condiciones para el desempeño de sus funciones, y la población, pacientes que no reciben los servicios que requieren, debido a un elevadísimo número de médicos —¡centenas!—, que por cuestión de antigüedad en el servicio o deterioro de su estado de salud física y mental, tienen años sin presentarse a sus áreas de trabajo, pero que la mayoría figura como jefes de servicio, generando un vacío gerencial que deja acéfalos los departamento, a la hora del diseño, desarrollo y supervisión de estrategias.
La ciudad sanitaria Luis Eduardo Aybar comprende una extensión de terreno imponente, que ha sido devorada como carroña por el mismo Ministerio de Salud, que ha cedido casi el 70% para la construcción de seis instituciones de salud que funcionan como institutos semiprivados: el Instituto de Dermatología y Cirugía de Piel Humberto Bogaert Díaz, el Departamento de Enfermedades de Transmisión Sexual, la Unidad de Quemados Peart F. Ort, el Cecanot y el Hospital de Gastroenterología.
El espacio físico que ocupa la estructura del Hospital Municipal Luis Eduardo Aybar no permite remodelaciones ni modificaciones de la estructura que hagan posible su expansión horizontal o vertical para satisfacer los servicios que la población demanda. Además, el acceso de la población a este centro, se produce en un ambiente de caos en el transporte y de gran inseguridad ciudadana.
Las autoridades del Ministerio de Salud deben valorar la construcción de un nuevo y mucho más grande Hospital General, tomando en cuenta los datos obtenidos en el último Censo Nacional de Población y Familia del año 2010, con una proyección para satisfacer la demanda a 30 años, que por la facilidad de acceso a través del sistema urbano de transporte y el Metro de Santo Domingo, debe ubicarse en la Avenida Padre Castellanos, para lo cual el Estado está en la facultad de declarar de utilidad pública los terrenos necesarios y reubicar a las familias desalojadas.
CORNIELLE DEL PEÑÓN. Médico.
CORNIELLE DEL PEÑÓN. Médico.
LA CONFORMACIÓN INTERCULTURAL MULATA
DE LA REPÚBLICA DOMINICANA:
ENTRE LA RUPTURA Y LA CONTINUIDAD
DE LA REPÚBLICA DOMINICANA:
ENTRE LA RUPTURA Y LA CONTINUIDAD
«Nuestra identidad está en la historia, no en biología;
y la hacen las culturas, no las razas,
pero está en la historia viva».
pero está en la historia viva».
Eduardo Galeano
Comencemos por observar que nuestra reflexión focaliza el proceso de integración de los aportes de las tres culturas que surgen en la Isla Quisqueya durante los cuatros siglos de dominación extranjera que han conformado la cultura dominicana. Y es en función de ese interés que leeremos la historia dominicana. Debe advertirse, sin embargo, que no pretendemos escribir un tratado acerca de la identidad étnico-cultural dominicana ni necesitamos hacerlo.
Lo importante es presentar el contexto histórico dentro del cual se puede entender la realidad en que los diferentes grupos étnicos-culturales —las culturas taína, afrodominicana, de descendientes de esclavos negros y de otros grupos menores trasplantados, la occidental, de los descendientes de los invasores y conquistadores— se integraron, en un contexto de conquista, esclavitud y colonización, que confluyeron en la conformación de la identidad intercultural mulata.
Este es el criterio que nos guiará en el recuento de la conformación de la identidad cultural de los dominicanos y las dominicanas que aquí haremos. Por lo tanto, aquellos datos o hechos que poco digan para nuestra compresión de la Conformación de Nuestra Identidad Intercultural Mulata recibirán menor atención en este trabajo que la que tal vez reciban en otros contextos.
1. Algunas Aclaraciones Conceptuales
1.1. Identidad Cultural
Cuando hablamos de identidad cultural en este artículo, nos vamos a referir al concepto que define el sociólogo dominicano Carlos Andújar, que afirma como identidad cultural: «El conjunto de valores tanto sociales como culturales, que se van forjando a través del tiempo, constituyendo un soporte en la memoria social de los seres humanos que forman una colectividad y un sentido de pertenencia».
1.2. Cultura
En la opinión de Silvio Torres-Saillant, la cultura consiste en «los patrones de vida complejos desarrollados por los humanos y transmitidos a través de generaciones, incluyendo las normas, las costumbres, los hábitos y los artefactos»
1.3. Interculturalidad
Es la relación entre distintas culturas, integración entre dos o más de ellos, (reconocimiento de la diversidad, acción sobre las desigualdades). Es más que nada la integración respetuosa de cada cultura, así como la convivencia armónica del uno y del otro. Podemos decir que todo esto se forma a través de lazos y de contactos culturales.
Es algo definido, objetivo. Es decir, se da en un marco de respecto en que las relaciones son horizontales, pero unas relaciones interculturales en el fondo pueden ser también de choque, no necesariamente de consideraciones del uno para el otro.
La interculturalidad supone una relación respetuosa, en el amplio sentido de la palabra, de las composiciones de otras culturas ajenas a la propia. Constituyen las actitudes de las personas que interactúan con personas de diferentes culturas. Es un proceso en construcción y no una realidad de hecho. Es él respeto a la alteridad, es decir, a la apertura y al diálogo con los otras culturas diferentes, pero no solamente este diálogo puede ser entre culturas, también es individual. Pensamos que cada ser humano es una cultura viva, con distintas características, pero no es mejor ni peor que nosotros, solo diferente. En síntesis, los encuentros interculturales no llevan al sub-límite, es la capacidad de construir entre personas de diferentes culturas y manteniendo relaciones horizontales y en un ambiente de respeto y reconocimiento mutuos.
Finalmente, la interculturalidad describe una relación entre culturas. Es un proceso que busca fomentar el enriquecimiento cultural de los ciudadanos, partiendo del reconocimiento y respeto a través del intercambio y él diálogo que tiene por finalidad la participación activa y crítica en aras de cimentar el desarrollo de una sociedad democrática basada en la igualdad, la tolerancia y la solidaridad.
1.4. El Mestizaje
Para el escritor, arqueólogo y antropólogo dominicano Marcio Veloz Maggiolo el mestizaje es como una mezcla de expresiones culturales, que más allá de lo racial conforma sistemas y modos de vida en los cuales la riqueza de las hibridaciones humanas y de las concepciones culturales vivas redunda en una visión nueva y funcional de los valores y prácticas sociales en ocasiones recibidas y modificadas
1.5. Mulato
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, en su edición de 2001, página 1052, la palabra mulato, en sentido de híbrido, aplicado primero a cualquier mestizo como adjetivo dicho a una persona: que ha nacido de negra y blanco, o al contrario.
1.6. Ruptura
Él termino ruptura significa, en este caso, que los elementos constitutivos de la identidad cultural dominicana reciben una nueva comprensión y una manera diferente de ser vivenciados, surgiendo, por tanto, una nueva forma de cultura dominicana originada en la manera como los elementos se relacionan entre sí. Las modificaciones que se producen son de tal naturaleza que se justifica hablar de rupturas.
1.7. Mosaico
De acuerdo con el diccionario Pequeño Larousse Ilustrado, en su edición de 1978, página 707, la palabra significa «obras compuestas de productos de piedras, esmalte, vidrio, etc., de diversos colores, y cuya reunión forma una especie de pintura... ». Cualquier obra compuesta de trozos diversos.
2. El Mosaico Intercultural
«El encuentro con el otro,
con seres humanos diferentes,
constituye desde siempre
la experiencia fundamental de nuestra especie».
Kapiscinsky Ryszard.
La identidad cultural de la República Dominicana es un mosaico intercultural que existe como realidad histórica y social en el concierto de las naciones caribeñas, latinoamericanas y del mundo como originalidad mulata. Es el país con mayor población mulata en el mundo.
Hablar de identidad intercultural mulata en estos tiempos pudiera interpretarse como una necedad o como una pretendida provocación de nuestra parte. Sin embargo, nuestra reflexión surge del hecho cierto de que los elementos constitutivos de nuestra identidad cultural reciben una nueva compresión, una manera diferente de ser vivenciados y, por tanto, debemos hablar de esa nueva realidad que yo defino como identidad intercultural mulata.
El tema tiene vigencia y debe ser recuperado para su mejor compresión, fruto del surgimiento de conflictos interétnicos, de la creciente discriminación racial y la xenofobia de los grupos más encumbrados de la sociedad dominicana, el antihaitianismo y antidominicanismo actuales, y frente al mundo globalizado que ha creado un nuevo tipo de Apartheid entre clases sociales invisibles, el tema vuelve adquirir vigencia.
3. Mirada a la Realidad
«La Identidad Nacional se ha constituido sobre la base de una hibridación, mezcla de etnias, que genera grandes tensiones sociales entre definiciones, pugnas y acentuación de la diversidad por el impacto de la inmigración haitiana, el dominicano de la diáspora, el turismo extranjero, en donde los dominicanos se ven empujados a adoptar componentes “cosmopolitas” en su identidad cultural» (Informe Nacional de Desarrollo, del PNUD, 2005, sinopsis.
La sociedad dominicana vive hoy una realidad marcada por grandes cambios que afectan profundamente su vida. Atrapada por la globalización, la influencia de la tecnología comunicativa, el turismo y los viajes, la sociedad es hoy más cosmopolita que hace 25 años.
La característica que marca y lacera esta realidad cambiante es la exclusión social, que interpela la conciencia política, ética y religiosa de nuestra sociedad, aumento sin precedente de la pobreza, la corrupción, la delincuencia, el desprecio por la vida, el narcotráfico, la violencia intrafamiliar, la emigración e inmigración, desarticulación social de las mayoría pobres, excluida de los beneficios del mercado, impedido de hacerse presente en el escenario socio-político, alejado del mundo de trabajo y de la economía formal, marginados de la convivencia social y muchas veces sumergidas en la miseria. Además, percibimos que dentro de estos grandes cambios la cultura es otro factor que caracteriza esta realidad, en la que se verifica una especie de nueva colonización cultural por la imposición de culturas artificiales, despreciando las culturas locales y tendiendo a imponer una cultura homogenizada en todos los sectores (Aparecida No.43-68) afirmación exagerada de derechos individuales y subjetivos, hay una afirmación positiva de la persona, de su conciencia y experiencia, existencia de diversas culturas en condiciones desiguales con la llamada cultura globalizada.
En esta realidad histórica nueva, el lugar donde el conflicto de interpretaciones se establece y se decide, vamos hacer nuestra reflexión desde donde me gustaría presentar algunos cambios o pistas que pudieran ser elementos que ayuden a encontrar la luz a los grandes problemas que estamos confrontando, producto de la globalización y la introducción de nueva tecnología, el turismo, el narcotráfico, el crimen internacional organizado, la desintegración familiar, la presencia dominicana que reside fuera del país, que está por encima de un millón de personas, en contacto permanente con otras culturas, la presencia de cerca de más de medio millón de haitianos y sus descendientes, el problema real de cientos de personas indocumentadas y de otros problemas.
4. La Identidad Intercultural Mulata
«Toda las culturas son capaces de aportar valores
para el progreso de la humanidad y la democracia».
La conformación de la identidad intercultural mulata de Santo Domingo sucedió en la historia de la conquista, esclavitud y colonización de nuestra isla y encontró su punto central en la llegada de los europeos y africanos en el siglo XVI. La fecha de 1492 marcó realmente una ruptura y a la vez un nuevo encuentro. Nuestra referencia ancestrales son África y Europa y no el Caribe, que después de 90 años de la llegada de los españoles a nuestra isla, la población taína había sido exterminada, lo que impidió que aspectos fundamentales de la cultura taína supervivieran y se proyectaran, pudiéndose mezclar con elementos de las demás culturas, quedando componentes de la cultura material.
La historia de nuestra identidad intercultural mulata es un proceso doloroso de la historia de mezclas étnicas-culturales, iniciado con la llegada de los invasores españoles y los esclavos africanos que entraron en contacto con los taínos y en la formación de las cincuentenas y las devastaciones de Osorio. Se reafirma en los palenques cimarrones, las formas sui géneris de nuestra esclavitud y la llamada democracia racial, en la resistencia trinitaria, en los cantones restauradores, en los gavilleros de 1916, en los comandos constitucionalistas, en la protesta popular, en los temas de la tierra, en la lucha por la seguridad social, en la obtención y reconocimiento de nuestra identidad dominicana, en el proceso por superar el lastre de la corrupción, y el narcotráfico, la delincuencia y la violencia intrafamiliar.
Nuestra identidad cultural mulata no se define por el color de nuestra piel, sino por lo que hacemos diariamente: por la forma de cultivar la tierra, de cocinar los alimentos, de comunicarnos, de organizarnos de recrear y de vivir la vida. En fin, por las respuestas que damos a los problemas cotidianos.
La característica principal de nuestra identidad cultural mulata viene dada por la diversidad intercultural de elementos que la conforman y por la variedad de sujetos que la realizan. La cultura dominicana es esencialmente diversa, no solo por los elementos étnicos culturales que la conforman, sino por el carácter regional de su expresión sincrética. En términos socioculturales, históricamente se expresa en los hatos comuneros del Este, en los aserraderos del Sur, y en el mercantilismo dependiente de sus polos urbanos y las actividades agrícolas de los pequeños agricultores del Norte, como identidad intercultural mulata. Aquí radica su riqueza tan especial como el monte, tan fértil como la tierra y tan compleja como sus ciudades. Es a partir de estas características que debemos convencernos como habitantes de una isla abierta al mundo, de una comunidad constituida a la vera del monte, donde nos realizamos en la lucha diaria por una sociedad más humana, democrática y participativa.
Nuestra identidad la recibimos en los barrios y en los residenciales, en los parajes, en los callejones y en las serranías al ritmo de merengues, merengue de calle, rap, reguetón, música religiosa y atabales, al compás de bachatas y salves. La decantamos (o la cedaceamos) en décimas, en versos, refiriéndola como modo de resistencia que unifica alrededor del derecho de la vida, que es nuestro derecho a la tierra, a ser documentado.
Afirmar nuestra identidad intercultural mulata tiene como finalidad revalorar no solamente el pasado africano y español, sino también su presente, es decir no solo enfrentarse a la función social que tiene la historia, sino también a su unidad plasmada en la tradición, presente en la vida diaria de nuestra nación.
En tal sentido, es necesario desarrollar procesos educativos que buscan fomentar el enriquecimiento cultural de los ciudadanos y ciudadanas, partiendo del reconocimiento y respecto a la diversidad, a través del intercambio y él dialogo que tienen por finalidad la participación activa y crítica en aras a cimentar el desarrollo de una sociedad democrática basada en la equidad, la tolerancia y la solidaridad.
En la actualidad se apuesta por la interculturalidad que supone una relación respetuosa entre culturas. Mientras que el concepto pluricultural sirve para concretar una situación, la interculturalidad describe una relación entre culturas. Lo que tratamos de moderar un inevitable etnocentrismo, que lleva a interpretar las prácticas culturales ajenas a partir de los criterios de la cultura de la persona interpretante.
Finalmente, debemos asumir la diversidad cultural con la participación real, sin exclusiones. La marginación por razones étnicas, lingüísticas, religiosas, geográficas, de estado social o de cualquier índole, son obstáculos para la construcción de una ciudadanía. La construcción de esta ciudadanía en la práctica ha de enfrentar las desvalorizaciones, ha de erradicar las diferenciaciones entre los individuos para que nunca más un estudiante tenga que soportar las burlas de sus compañeros y compañeras, «para que nunca más se levanten muros de repulsa por el color de la piel, por el tipo de pelo, nariz o labios de las personas que pueblan este país»(Brea del Castillo, Ramonina, 1998, 4).
Hay que luchar por evitar que se repitan genocidios culturales, como sucedió en la Isla La Española en el siglo XVI, o formas sofisticadas de marginación y exclusión de expresiones culturales que tienen derecho a existir. Fuera la discriminación y la exclusión —por las razones que sean—, ya que degradan e irrespetan a los seres humanos y niega lo central de nuestra identidad cultural mulata.
Presentar la identidad cultural nacional dominicana como identidad intercultural mulata reconoce la complejidad de lo que somos como nación, no solo una, sino muchas culturas. Es decir, somos una nación pluricultural que no puede, ni debe, excluirse de los cambios y del desarrollo técnico-científico mundial, sino formar parte de ellos.
En resumen, la identidad intercultural mulata es una oportunidad. Solo si se reconoce la diversidad —las raíces africanas, la presencia haitiana, la presencia de nuevos migrantes, la hispanidad y la diáspora de los dominicanos y las dominicanas— estaremos en condiciones de valorar lo propio.
Bibliografía
1. ANDÚJAR, Carlos: Identidad Cultural y Religiosidad Popular. Ed. Letra Gráfica, Santo Domingo, 2007.
2. ALBERT BATISTA, Celsa: Los africanos y nuestra isla. ED. BÚHO, Santo Domingo, 2001.
FERRAND B, Fernando A.: Figura de lo dominicano. En la revista Ciencia y Sociedad, enero-marzo, 1985, Santo Domingo.
3. FAXAS, Laura: El trasfondo de la Convención sobre Diversidad Cultural. en la Revista de la Fundación Global, Demografía y Desarrollo, noviembre-diciembre, 2006, núm. 13, Santo Domingo, D. N.
4. MIRO CABALLOS, Esteban: Una carta poco conocida escrita por Fraile Nicolás de Ovando en La Española (1505). En la separata de la Revista de Extremadura, 2 cuaderno de investigación y cultura, mayo-agosto 1997, núm. 23.
5. PANIKKAR, Raimon: Paz e interculturalidad. Una reflexión filosófica. Ed. Herder, Barcelona, 2006.
6. SÁEZ, José Luis: Apuntes para la historia de la cultura dominicana. Centro Juan Montalvo, Santo Domingo, D. N. 1997.
7. CORDERO, Walter: La discriminación racial. Orígenes y manifestaciones. PUCMM-CUPS, ED. Taller, Santo Domingo, D.N. 1998.
8. DUNCAN, Quince: Cultura negra y teología. San José, Costa Rica, DEI, 1986.
CÉSAR YGNACIO BALLENILLA CASTRO (1955). Licenciado en Humanidades y Filosofía, con una maestría en Defensa y Seguridad Nacional y estudios de Teología y Teatro. Profesor universitario, actor y director teatral.
1 comentario:
Hola,"Gracias a la vida que me ha dado tanto..." Que alegría contar con este blogg: La Palabra Erguida. Gracias amigo,gracias por tus atenciones y tu gran capacidad de trabajo.
"Nuestros afectos nos llevan más allá de nosotros mismos." Montaigne.
Abrazos.
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